El ensayo de ayer lunes fue una pasada. Comenzamos como
solemos hacer siempre… hablando. Tamara es muy consciente de lo importante que
resulta la formación para un actor y lee todo lo que cae en sus manos, ve mucho
teatro y pregunta a todo el mundo. Yo le había pasado un par de direcciones de
You Tube: el monólogo de Segismundo de La vida es sueño, interpretado por Julio
Núñez (1), el mismo interpretado por Blanca Portillo (2), y el video book de
Karmele Aranburu (en el que hay un fragmento de su doña Inés, en el Don Juan)
(3). Los comentamos y nos quedamos con un par de ideas con las que jugar en
nuestra Juana.
Desde el principio, Tamara se agarraba al hálito del personaje.
Yo me agarraba a la silla.
Ella repetía y repetía incansable, inasequible al
desaliento, mientras yo forzaba la máquina, pidiéndole un tono de voz más
grave, una pausa más larga, un gesto más sutil.
Por fin; cuando comprendí que había llegado al punto en el
que podía plantearse seriamente alojar el mango de su paraguas en píloro de un
servidor por vía nasal, cambiamos de estrategia. Le pedí que jugara, que
improvisara y que se moviera de un lado a otro de la sala. Y entonces apareció Juana:
espalda recta, barbilla alta, voz firme. Mágico.
Nota: Acababan de fregar, así que la Batcueva olía bien. A pino.
¡Vivan las señoras de la limpieza!
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